Café Scientifique Guadalajara

Thursday, December 09, 2004

Periquetes Cientifiquetes de diciembre

Radio Universidad de Guadalajara. Programa “Arquímedes en la tina”. Lunes 25 de octubre del 2004. Conductor: Alfonso Islas. Productor: Gilberto Domínguez. Colaboración especial de Arduro Suaves con los periquetes cientifiquetes y literetes.

paciencia para todos

por arduro suaves


· el número que usted marcó sí existe, pero no me da la gana comunicarlo

· mariposa de barómetro

· de las lunas la de octubre es más opaca


· opiniones de un clon

· la isla del tesoro de la juventud

· el origen de las especias

· verne, que te quiero, verne

· de la naturaleza de las cosas y otros microscopios

· naranja mecanicista

· para darse color de las cosas, goethe inventó una teoría

Radio Universidad de Guadalajara. Programa “Arquímedes en la tina”. Lunes 15 de noviembre del 2004. Conductor: Alfonso Islas. Productor: Gilberto Domínguez. Colaboración especial de Arduro Suaves con los periquetes en estado de descomputación.

paciencia para todos

por arduro suaves


· tu anatomía y la mía

· ¿de quiénes son hijas las células madre?

· concierto para supercuerdas y percusiones

· hacia un dios afeitado

· cienciaservidoras

· cero en conductismo

· SNIF: sistema nacional de investigadores llorones

· hombres de maíz palomero

· club de corazonadas laboratoriales

· la estación espacial internacional del metro





Radio Universidad de Guadalajara. Programa “Arquímedes en la tina”. Lunes 15 de noviembre del 2004. Conductor: Alfonso Islas. Productor: Gilberto Domínguez. Colaboración especial de Arduro Suaves con los periquetes en estado de descomputación.

paciencia para todos
por arduro suaves

· alicia en el país de la ciencia y la tecnología

· en el chat es un gran placer denegarle la admisión a quien no quiere platicar conmigo

· ya están muy interneteados


· la realidad virtual frente a la imaginación de facto


· de los impulsos digitales a los tics nerviosos

· del CD-Recordable al olvidadizo


· sin son ni toner

· la telefonía inteligente en manos de patanes

· la función del ordenador es sugerir

· topogiga





Radio Universidad de Guadalajara. Programa “Arquímedes en la tina”. Lunes 22 de noviembre del 2004. Conductor: Alfonso Islas. Productor: Gilberto Domínguez. Colaboración especial de Arduro Suaves con los periquetes cientifiquetes


paciencia para todos

por arduro suaves

· de la carpa de la ciencia al teatro blanquita de la difusión

· hacia la humanización de plutón

· también la falta de investigación se divulga

· la ciencia explica lo que le conviene

· hoy ya es el día después de ayer

· cuando el dinosaurio despertó, la prehistoria todavía estaba ahí

· la madre de todas las células

· se difunde, ¿pero se entiende?

· se divulga, ¿pero se escucha?

· ciencia, cuántas revistas se cometen en tu nombre






Radio Universidad de Guadalajara. Programa “Arquímedes en la tina”. Lunes 6 de diciembre del 2004. Conductor: Alfonso Islas. Productor: Gilberto Domínguez. Colaboración especial de Arduro Suaves con los periquetes cientifiquetes


paciencia para todos

por arduro suaves



· mi libro de cabecera es sobre neurología

· se hace pato el hombre pentaquack

· nadie sabe graduar el aire acondicionado

· tienen la maestría, pero no la habilidad

· tal cromosomos

· mucho conocimiento y poco sentido común

· la técnica y la rudeza

· el capitalismo es un acumulador... de dinero

· el americio es un elemento químico, y también la impericia

· ¿tendrá un final el principio de arquímedes?

Adiciones a la charla de cosmología, por Peter Hannan

Hoyos negros y la selección de universos

Lee Smolin tiene un argumento adicional, que reduciría la improbabilidad de la existencia de un universo como el nuestro. Él nota que el problema de explicar una complejidad altamente improbable se ha enfrentado antes, en la teoría de la evolución por selección natural, y propone un mecanismo de cómo universos como el nuestro podrían hacerse más comunes en el multiverso. Él señala que hay una conexión entre el carbono y los hoyos negros, y obviamente el carbono es la base de la vida también.

Los hoyos negros se producen con el colapso de estrellas masivas (digamos, 10 veces la masa solar o más); en estas estrellas, el ciclo de fusión es más complejo que en nuestro sol, e involucra la producción de carbono, y luego el carbono actúa como catalizador de otras reacciones de fusión que sostienen la estrella.

Ahora, una posibilidad de qué pasa dentro de un hoyo negro es que se crea un nuevo universo; y se puede argumentar que las ‘reglas’ de este universo (los valores de las constantes, etc.) deben transferirse al nuevo universo con poca o ninguna variación.

Si es así, resulta que los universos que tienen valores de las constantes tales que se produzcan muchos hoyos negros tenderán a reproducirse más que otros y llegar a ocupar una mayor proporción del multiverso. Y esos mismos valores también favorecerán la producción de carbono, y así las condiciones para que exista la vida.

La ciencia y la fe

Estamos en una época realmente maravillosa: después de 50,000 años de la existencia de homo sapiens sapiens, en los últimos 100 años hemos ideado explicaciones eficaces y confiables de: qué es la materia, de qué consiste, y cómo funcionan las partículas fundamentales; cómo y cuándo se formaron la tierra y el sol; cómo se formaron los 92 elementos químicos; cómo se inició la vida, y su complejidad y diversidad; la galaxia, su edad y su evolución; el tamaño y edad del universo; cómo fue el inicio del universo; de dónde vino este universo; y de cómo llegar a conocimiento y comprensión confiables. Estas explicaciones no son lo último: necesitan refinarse, algunas son más abiertas a revoluciones de comprensión que otras, y sabemos dónde hay que trabajar para producir estas revoluciones; y por supuesto, habrá otras revoluciones inesperadas. Pero estamos ya en una posición para afirmar que todas las cosmovisiones que tienen su origen hace más de 500 años tienen que someterse a una crítica y revisión a profundidad, de la cual no saldrán ilesas, si es que salen en forma reconocible.

Puede ser que te suene tajante o intolerante expresarlo así, pero creo que es necesario exponer el asunto claramente: mucha gente habla en términos vagos del hecho que la ciencia y la fe pueden convivir amigablemente, o en términos del apoyo que la ciencia da a ciertos artículos de fe; o, expresa la idea de que la ciencia es simplemente otra manera de ver el mundo, otro lente, ni menos válida ni más válida que cualquier otro sistema de pensamiento, y que es igualmente una cuestión de fe.

Estas ideas son profundamente superficiales: la ciencia es el único sistema de pensamiento y práctica que integra la crítica y auto-crítica en cada paso de su proceder; el único sistema que sostiene que sus explicaciones son provisionales, y que busca destruirlas y reemplazarlas con mejores; es el único sistema cuyos practicantes se emocionan cuando encuentren en fenómeno que no cabe en sus explicaciones (Richard Feynman: ‘Cuando una teoría no funciona: ¡ahí es donde la cosa se pone interesante!’).

Es importante señalar por qué esto es importante: cómo vemos el mundo afecta profundamente nuestra moralidad y nuestras acciones, nuestros valores y propósitos. Si queremos ser personas de bien, tenemos el deber de reflexionar lo mejor que podamos sobre todo esto, y no quedarnos satisfechos con opiniones o sistemas recibidos. Esta reflexión debe tomar en cuenta los conocimientos y las explicaciones más confiables que tenemos.
Primeras partículas
Ahora, es más fácil dar la narración en la secuencia normal, empezando cuando el universo tiene la edad de un segundo.

El universo está lleno de energía, a una temperatura mayor de cien mil billones de grados (10 14 K); existen ya quarks aislados de los varios tipos, electrones y sus versiones más masivas, los muones y tauones, neutrinos, y fotones. A esta temperatura, la fuerza fuerte entre los quarks es dominado por la energía alrededor, y no se pueden juntar.

Después de unos segundos, con la expansión, la temperatura baja cien veces a 10 12 K (mil billones de grados), y los quarks ya se pueden juntar y formar protones y neutrones; con unos segundos más, la temperatura baja a 10 10 K (diez billones de grados) – la densidad está bajando rápidamente también – y se pueden formar núcleos de átomos de helio por medio de colisiones entre protones y neutrones. La mayoría de los neutrones acaban en estos núcleos – y los protones aislados son efectivamente los núcleos de hidrógeno. Cuando el universo tiene una edad de dos minutos, ya están hechos los elementos primordiales. Los porcentajes son aprox. 75% hidrógeno, 25% helio, con una proporción muy pequeña de deuterio (isótopo de hidrógeno con un neutrón) y litio (3 protones, 3 neutrones). Todavía no existen átomos: la energía ambiental es muy alta para que los electrones sean capturados por los núcleos, y el gas está en la forma de un plasma, ionizado. Se tardó el universo algo como 380,000 años en expander lo suficiente para que la temperatura bajara a menos de 3,000 K, que permitió que los electrones fueran capturados. Antes de esto, los electrones libres dispersaban los fotones por choques, y el gas era opaco. Cuando los electrones se juntaron con los núcleos para formar átomos electricamente neutrales, se liberaron los fotones, y estos han estado viajando por el espacio en expansión desde ese entonces. Estos fotones empezaron con alta energía, es decir que eran de muy alta frecuencia, en el área de los rayos gamma; con la expansión del espacio por lo cual han viajado en los últimos 13 billones de años, su longitud de onda se ha estirado, y su frecuencia y energía ha bajado, y ahora conforman el trasfondo cósmico de microondas, que fue detectado por primera vez en 1964, con una temperatura equivalente de 2.76 K. Y así, con la expansión contínua, el gas de hidrógeno y helio se enfriaba, y empezó a congregarse y colapsarse bajo su auto-gravitación para formar las primeras estrellas y proto-galaxias.

Y ¿qué hay de los hoyos negros?

por Peter Hannan

La idea básica de un hoyo negro es relativamente sencilla, y no requiere la física moderna. Basándose en la física Newtoniana, el Rev. John Michell en el siglo 18 calculó el tamaño de la masa que se requeriría para impedir que la luz escape de su campo gravitacional. Newton sabía que la gravitación desviaba la luz, sólo se equivocó en cuánto (y se requirió de instrumentos del siglo 20 para poder medir el error); lo demás fue fácil. El estimado de Michell de la masa requerida era de unas cuantas masas solares, trabajando con estimados aproximados tanto de la masa del sol como de la velocidad de la luz: con las mediciones modernas de las dos cantidades, y con la Relatividad General de Einstein, la masa requerida es de 3.4 masas solares colapsadas casi a un punto.

Teoría vindicada

a) Hoyos negros

Los hoyos negros aparecen como una consecuencia natural de la Relatividad General de Einstein: el campo gravitacional que producen las masas se explica como una distorsión del espacio-tiempo, las masas tuercen el espacio-tiempo en su alrededor y otras masas siguen estas curvas del espacio-tiempo en sus movimientos, a la misma vez añadiendo sus propias distorsiones. Este espacio-tiempo curvo contiene energía, que a su vez (por que la energía es equivalente a la masa en la Relatividad Especial: e = mc 2 ) aumenta la distorsión del espacio-tiempo – fue este efecto particular, que no se tomó en cuenta en la teoría de Newton, de la energía extra y su efecto gravitacional, en el espacio-tiempo distorsionado cerca del sol, que permitió a Einstein calcular correctamente la variación (precesión) en la órbita de Mercurio. De esta explicación de la gravitación como la curvatura del espacio-tiempo, sigue que si el espacio-tiempo se tuerce suficientemente (cerca de una masa suficientemente grande), nada puede escapar, ni siquiera la luz.

El primer trabajo detallado dentro de la teoría moderna de la gravitación lo hizo Karl Schwarzchild, quien calculó las propiedades de hoyos negros estacionarios, introduciendo la noción del horizonte de eventos y de la singularidad. El horizonte de eventos es la superficie de una esfera alrededor de un hoyo negro definida por el hecho de que cualquier materia o energía que pase este horizonte hacia adentro nunca puede escapar; la singularidad es un punto al centro del hoyo negro donde se concentra toda la masa, distorsionando el espacio-tiempo tan extremadamente que la Relatividad General ya no se puede usar para calcular qué pasa (esto se puede ver de manera sencilla si nos preguntamos, ‘¿Qué quiere decir que cualquier cantidad de masa se concentra en un punto de cero dimensiones?’ – la densidad sube hasta la infinidad, así como la temperatura, y conforme que uno se acerque a este punto, la fuerza gravitacional también sube a la infinidad). Más tarde, Kerr calculó las propiedades de hoyos negros en rotación, lo cual era un caso más realista físicamente, dado que todos los objetos en el universo conocido tienen algún movimiento rotacional: estas propiedades impulsaron a John Wheeler a acuñar la frase, ‘los hoyos negros no tienen pelo’, es decir, no hay evidencia directamente visible de un hoyo negro, éste no tiene ningún efecto en el resto del universo (aparte de que afuera del horizonte de eventos, los objetos responden a su gravitación (distorsión del espacio-tiempo) de la misma manera exactamente como a cualquier otro objeto de esa masa, digamos una estrella supermasiva que no ha colapsado).

En los primeros años de los ’70, Stephen Hawking estuvo trabajando en los hoyos negros para su doctorado; el trabajo sobre hoyos negros hasta ese entonces se había hecho dentro de la Relatividad General, que es una teoría clásica, es decir, no-cuántica. Hawking introdujo teoría cuántica, y encontró un efecto interesante: los hoyos negros podían emitir partículas, que significaba que tenían una temperatura. Si por definición los hoyos negros no permitían que nada escapara de sus horizontes de eventos, ¿cómo podían emitir partículas? La gravitación cerca de un hoyo negro (la distorsión del espacio-tiempo) es tan intensa que existe suficiente energía en el vacío en su alrededor para causar que unas de las partículas virtuales que existen en el vacío se hagan reales (e = mc 2 ): tales partículas vienen en pares, para conservar varias cantidades cuánticas como la carga eléctrica (por ejemplo, si hay suficiente energía para materializar dos partículas tipo electrón, una es un electrón con carga negativa normal, mientras la otra es su contraparte de anti-materia, un positrón, con carga positiva; las dos cargas se cancelan, reteniendo la carga neutral original en el área), pero una de las partículas cae hacia el hoyo negro y cruza el horizonte de eventos, mientras la otra se va en la otra dirección, hacia el espacio. De esta manera, los hoyos gradualmente pierden energía. A Hawking no le gustó esta conclusión, y mucho menos la propuesta de Jakob Bekenstein que por eso los hoyos negros tenían entropía (la entropía es una cantidad precisa relacionada con la cantidad de desorganización en un sistema – nunca se reduce, aunque se puede mover de un lado a otro y permite que la entropía sea reducida en algunas partes de un sistema, siempre y cuando el total siga igual o se aumente). La propuesta fue más lejos: la entropía de un hoyo negro se medía por, o se representaba por, o consistía en, el área de superficie del horizonte de eventos. Después de varios intercambios bruscos, Hawking concedió: los hoyos negros tienen entropía, que se representa en su área de superficie, e interactúan con su entorno. En este sentido se volvieron (en la teoría) más parecidos a otros objetos físicos.

Todo este trabajo fue puramente teórico: nadie había visto jamás a un hoyo negro, y muchos cosmólogos y otros físicos consideraban que el trabajo era meramente una exploración de las posibilidades en una teoría.

Pero en 1966 astrónomos en Cambridge habían descubierto lo que llamaban cuásares, objetos cuasi-estelares, fuentes de energía inmensamente potentes ubicadas a altos desplazamientos al rojo (distancias inmensas). Estas fuentes parecían estrellas, pero para que aparecieran tan enérgicas a las distancias enormes que se les medían, tenían que ser gigantescas en proporción, emitiendo más energía que una galaxia entera desde una área relativamente pequeña. Durante los ’70 y los ’80, se iban descubriendo más y más de estas fuentes, y, con la resolución aumentada de los telescopios, se identificaron como las regiones centrales de galaxias lejanas. ¿Cuál proceso físico podría producir tales energías enormes en un volumen pequeño del espacio?

A la misma vez, la astronomía iba extendiendo su visión a otras partes del espectro electromagnético, además de la de la luz visible. El centro de nuestra galaxia está oscurecido de la visión normal por nubes gigantescas de gas y polvo, pero éstas son bastante transparentes a la luz infra-roja, capturada por telescopios del infra-rojo. Lo que se descubrió fue sorprendente: una población densa de estrellas orbitando un objeto invisible en el centro, pero orbitando a velocidades muy altas, que implicaban una masa de alrededor de un millón de soles en un volumen pequeño de espacio. ¿Qué tipo de objeto podría tener tanta masa, pero estar invisible en todas las longitudes de onda?

La respuesta a las dos preguntas parece ser, hoyos negros.

En el caso de cuásares y galaxias activas, estamos viendo galaxias jóvenes (acuérdate que mientras más lejos en distancia vemos, más lejos en la historia del universo vemos, como la luz dura un tiempo finito en viajar cierta distancia) donde cantidades enormes de materia están cayendo hacia el hoyo negro supermasivo central. Antes de cruzar el horizonte de eventos, esta materia es acelerada a velocidades cerca de la de la luz por la gravitación del hoyo negro, y es comprimida y calentada mientras se aprieta en el volumen relativamente pequeño del disco de accreción del hoyo negro – como el hoyo negro está girando, forma un disco bastante plano alrededor de su ecuador, en lugar de una esfera – y esta aceleración y calentamiento es lo que libera las cantidades tan inmensas de energía que la podemos ver tras miles de millones de años luz.

En el caso de nuestro centro galáctico, parece que actualmente no hay mucha materia cayendo al hoyo negro (la región en su alrededor ha sido barrida de gas difuso y nubes de polvo), tal vez por la edad de la galaxia, como diez billones de años; pero las estrellas que habitan la región central están orbitando una masa grande, algunas en órbitas bastante circulares, otras en órbitas muy elípticas.

Desde el tiempo de estos descubrimientos, se han encontrado hoyos negros por medio de su influencia gravitacional sobre otros objetos en su alrededor; algunos tienen órbitas bastante regulares alrededor del centro de la galaxia, pero lejos de él; otros tienen órbitas elípticas, o movimientos propios que no parecen ser órbitas como tal.

Mientras, la astrofísica tomaba grandes pasos, una vez que los mecanismos básicos de fusión estelar y auto-gravitación fueran comprendidos. Se entendió a los hoyos negros como resultado inevitable del colapso gravitacional de cualquier estrella que, al fin de su ciclo de vida, se quedaba con más de alrededor de 3.4 masas solares. Como las generaciones tempranas de estrellas en nuestra galaxia fueron muy masivas, típicamente 100 veces la masa del sol, se predijo la existencia de grandes números de hoyos negros de masa estelar. La dinámica de colisiones entre hoyos negros fue explorada, y se esclareció cómo se podían formar hoyos negros supermasivos.

Muy recientemente, en el último año más o menos, hemos empezado a tener un vistazo de la importancia de los hoyos negros en el desarrollo de las galazias y, por ende, la vida: observaciones de galaxias con hoyos negros activos parecen mostrar que esta misma actividad provoca, o al menos está asociada con, épocas de formación de estrellas a gran escala: y este proceso contínuo de formación de estrellas es lo que siembra una galaxia con los elementos necesarios para los planetas y los seres vivos.

Hace dos semanas (el 22 de noviembre) se anunció el descubrimiento por el telescopio de rayos-X Chandra de un hoyos negro supermasivo a una distancia de 12.7 billones de años luz, es decir que un billón de años después del inicio del universo ya existían hoyos negros supermasivos. Este hecho requiere unos cambios importantes en los modelos de formación de galaxias, y en general de la distribución de la materia en el universo temprano.

b) Estrellas neutrón

Durante el mismo período, otro fenómeno raro fue descubierto por Jocelyn Bell en Cambridge: los pulsares. Estos eran fuentes en ondas de radio que ‘se prendían y se apagaban’ con regularidad precisa, varias veces por segundo. Cuando por primera vez fueron descubiertos, se les etiquetaba con LGM y un número, ‘LGM’ para ‘Little Green Men’ (‘hombrecitos verdes’), como la regularidad precisa de las señales sugería una fuente inteligente. Muchos estaban en nuestra propia galaxia.

Los mismos avances en astrofísica teórica que iluminaron cómo los hoyos negros podían formarse ayudaron a explicar los pulsares. Cuando una estrella llega al fin de su vida, es decir, se le acaba el material para el proceso de fusión que produce energía y la sostiene contra la auto-gravitación de su masa, se colapsa: ¿existe algo que pueda resistir este colapso?

Sí lo hay, dependiendo de la masa (y de ahí la fuerza de la auto-gravitación) de la estrella. Si la estrella tiene alrededor de una masa solar o menos, el colapso es resistido por las fuerzas electromagnéticas entre los átomos (los electrones en las capas exteriores de los átomos son todos negativos eléctricamente, y se repelen con una fuerza que se define en la ley de Coulomb), las que son iguales a, o mayores que, la fuerza del colapso gravitacional: en este caso, la estrella al término de su vida se vuelve una enana blanca o morrón, brillando débilmente por la energía que produce el colapso gravitacional. La materia de la estrella todavía consiste de átomos, aunque en un estado altamente comprimido y denso en comparación con el del sol.

Si una estrella tiene arriba de cómo 1.4 masas solares, al fin de su vida su auto-gravitación está suficientemente fuerte para vencer a la fuerza Coulomb entre átomos, y estos se colapsan, los electrones siendo empujados hacia el núcleo, donde combinan con los protones para formar neutrones. Esto produce un estado de materia muy exótico, que consiste principalmente de neutrones. La densidad de este estado es inmensa: el radio de las capas de electrones de un átomo normal es como 100,000 veces el radio del núcleo (entonces el volumen de un átomo es como 4.12 x 10 15 veces el volumen del núcleo), así que la densidad de la ‘sopa de neutrones’ es como 4,000,000,000,000,000 veces la densidad de la materia que nos es conocida. Como dicen, una cucharadita de la materia de una estrella neutrón tendría la masa de una montaña terrestre. La masa entera de la estrella está concentrada en una esfera de radio de entre 10 y 15 km. La estructura exacta de una estrella neutrón todavía es cuestión de discusión teórica y pruebas experimentales: dado que la fuerza gravitacional varía notablemente con una distancia pequeña en tales concentraciones de materia, parece probable que una estrella neutrón consista de varias capas. En el mero centro, podría haber, no una sopa de neutrones, sino una sopa de quarks aislados; luego una región de sopa de neutrones; y en la superficie una capa delgada de materia más ‘normal’.

Una estrella muerta así tiene propiedades muy impactantes: primero, aunque los neutrones son neutros eléctricamente, todavía tienen un momento magnético, así que el campo magnético alrededor de tal concentración de materia es extremadamente intenso, afectando a su entorno a distancias de años luz; segundo, el colapso de la estrella original produce un giro muy rápido – esto es lo que produce el efecto de pulsos, el centro girando jala rapidamente al campo magnético, lo que acelera las partículas y radiación en un rayo enfocado, y este rayo de energía es lo que percibimos, con cada revolución de la estrella. Tercero, el campo gravitacional cerca de la estrella es tan fuerte que la luz se dobla por algo como 30%, así que ver a una estrella neutrón de cerca involucraría ver a una buena parte de la superficie de la estrella que estaría escondida en un objeto de una masa más familiar girando a una velocidad más familiar, además de una buena parte del campo de estrellas detrás de la estrella neutrón. Cuarto, la fuerza de gravedad en la superficie de la estrella (alta masa, corta distancia del centro) tiene el efecto que la superficie es increíblemente lisa (‘montañas’ tendrían como un milimetro de altura) y cualquier materia que impactara con la superficie (gas del espacio alrededor, por ejemplo) liberaría megatoneladas de energía.

Las observaciones astronómicas modernas han confirmado esta imagen: sí existen de hecho objetos en el espacio que no sólo tienen giros de varias veces por segundo, sino también tienen campos magnéticos fuertes y una gravitación inmensamente fuerte (muchas estrellas neutrón forman parte de sistemas binarios, donde la órbita de la estrella compañera permite mediciones precisas de la masa de la estrella neutrón).

¿Cuál es la fuerza que sostiene una estrella neutrón contra el colapso gravitacional? Aquí tenemos que entrar en la mecánica cuántica. Una manera de clasificar las partículas sub-atómicas es por su giro, que es un múltiple de la constante de acción de Planck (¡ni hablar!): en esta clasificación, hay dos tipos de partícula, las que tienen giro integro (llamadas bosones) y las que tienen giro no-integro (llamadas fermiones): bosones bien conocidos incluyen los fotones, que transmiten la fuerza electromagnética, y constituyen la luz, los portadores W y Z de la fuerza débil, los gluones que transmiten la fuerza fuerte, y los gravitones (todavía no detectados) que transmiten la fuerza gravitacional; fermiones bien conocidos son los protones, neutrones, electrones y neutrinos – y los quarks. A los bosones les ‘gusta’ congregarse en el mismo estado en el mismo lugar, de ahí los láseres y varios otros efectos interesantes; a los fermiones les ‘choca’ estar en el mismo estado en el mismo lugar de otros fermiones, de ahí los electrones, por ejemplo, no caen en el núcleo bajo la atracción que sienten de los protones, por que tendrían que congregarse en el mismo estado y lugar.

Los neutrones son fermiones, y así resisten congregarse tanto que estén en el mismo lugar y estado (a las densidades de que estamos hablando, ‘lugar’ se vuelve un concepto cuántico, sujeto al Principio de Incertidumbre de Heisenberg). Esta resistencia es lo que sostiene la estrella neutrón contra su propia auto-gravitación. Pero hay un límite: si la masa de la estrella sobrepasa como 3.4 masas solares, aún esta resistencia última se ve vencida por la gravedad: no existe nada más en la naturaleza para resistir el colapso, y la masa sigue cayendo hacia su centro, creando la singularidad en el corazón de un hoyo negro.

Así que tenemos una explicación coherente de lo que resulta a la muerte de una estrella (cuando se acabe su combustible), dependiendo sólo de su masa: y los tres resultados, estrella enana, estrella neutrón u hoyo negro, ahora (sólo en los últimos 10 años y algo) tienen evidencia empírica abrumadora de su existencia.

El valor de la teoría

El punto de veras impactante e importante de esta historia es el papel de la teoría: desde 1915, la Relatividad General de Einstein contenía adentro de sí la idea de los hoyos negros, una idea que cobró sustancia poco a poco en los siguientes 60 años. Durante todo este tiempo, no se hizo ninguna conexión con observaciones físicas del universo: pero ahora, la evidencia por hoyos negros y estrellas neutrón es abrumadora, y son ideas claves en la explicación de una amplia variedad de fenómenos observados.

En principio, hubiera sido posible ir en búsqueda de evidencia de los hoyos negros y las estrellas neutrón mucho antes de los ’70. ¿Por qué no sucedió? Por que en la ciencia también, como en la vida cotidiana, existe, o existía, un sentido de desdeño por la teoría – ‘es sólo una teoría’. Pero si una teoría ha producido unos resultados buenos – si ha hecho unas predicciones claras que fácilmente podrían estar equivocadas, y que se pueden comprobar – y si ha pasado la prueba, debemos tomar en serio qué más dice. No quiero decir que debemos aceptarla como algún tipo de dogma incuestionable (Einstein, un anarquista natural y anti-autoritario de toda su vida, se quejaba que ‘Me han hecho una autoridad’), sino que debemos tener suficiente confianza para ir a buscar las otras cosas que la teoría predice. Una buena teoría que podría ser correcta o equivocada es increíblemente valiosa, en contraste con las ideas charlatanes que vienen a dos por un peso y ‘ni siquiera están equivocadas’ (es decir, no hay manera ni siquiera de comprobar si están correctas o equivocadas).

Esta actitud, de tomar la teoría en serio, por cierto se está haciendo más dominante en la ciencia, lo que es bueno: en la física sub-atómica, por ejemplo, los experimentalistas regularmente buscan a sus colegas teóricos para ideas de qué deben investigar, de hecho construyen equipos de 1,000 millones de dólares a base de ideas teóricas.

Desafortunadamente, esta actitud todavía no está bien difundida entre el público general: la mayoría de la gente, mientras apoya de boquilla a la evolución por selección natural, no toma en serio sus implicaciones múltiples para la naturaleza y el propósito de la vida humana, ni para nuestra relación real con todos los demás seres vivos; mucho menos piensa la gente de sí misma como entidades cuánticas en un multiverso cuántico, o toma la comprensión moderna del desarrollo del conocimiento científico como un modelo para sus propios esfuerzos por aprender.

Gente que en otros aspectos es inteligente y buena da su acuerdo crédulo a cosmovisiones y supersticiones antiguas y descomprobadas – astrología, palmistría, auras, otros tipos de ‘adivinanza’, viajes astrales; reencarnación y ‘mejoramiento’ automático; telepatía, espíritus, ángeles; para no mencionar las cosas más oficiales, como milagros, curas espontáneas, agua mágica (‘bendita’), rezos a santos y vírgenes; y todo tipo de fatalismo.

Supongo que la gente lo quiere fácil: cuestionar, vivir con la duda y la incerteza, sostener las ideas ligeramente hasta que demuestren su valor, esto no es fácil. Si hacemos esto, tenemos que reconocer nuestra debilidad, nuestra ignorancia, nuestro control limitado. Pero si lo queremos fácil, y nos aferramos fuertemente a un sistema que pretende tener todas las respuestas, perderemos algo increíblemente valioso: el encontrar algo realmente, fundamentalmente asombroso y maravilloso. La naturaleza nos ofrece todo eso, si estamos dispuestos a hacer el trabajo, sea subir a una montaña y ver una vista sin paralelo, o prestar atención detenida a alguna especie de animal y descubrir su mundo, o calcular qué podrían ser los hoyos negros, sólo para descubrir que de veras existen.

Wednesday, December 08, 2004

La charla de diciembre, para ser leída

La cosmología moderna: en que descubrimos que el universo no es grande, sino MUY grande; que no es el universo, sino un universo; y que toda la materia que podemos ver es un pequeño porcentaje de lo que hay; y a pesar de eso, sí somos importantes

Peter Hannan, Colegio Inglés Hidalgo, Zapopan, Jalisco

Introducción: visión ptolemáica

Vivimos en la época moderna , en una época dominada por la ciencia y la tecnología avanzada, ¿no? Pues, así nos gusta pensar: pero déjenme hacerles unas preguntas:

¿Te levantas cuando sale el sol?
¿Te gusta ver la puesta del sol?
Al mediodía, ¿dirías que el sol está arriba de nosotros?
Cuándo ves el cielo, ¿piensas en él como un domo que nos cubre?
Cuando ves las estrellas a noche, ¿ves cómo se mueven de oriente a occidente, a un paso de 15 grados por hora?
A media noche, ¿brilla el sol?

De día a día, no estamos en un mundo moderno; ni siquiera estamos en un mundo copernicano; vivimos todavía en un mundo ptolemaico, donde la tierra es el centro inmóvil, y los orbes celestes giran a nuestro alrededor. Si les hiciera estas preguntas, creo que no me entenderían fácilmente:

¿Te levantas cuando el divisor llega a nuestra longitud?
¿Te gusta ver el sol mientras el divisor está pasando nuestra longitud hacia el oeste?
Al mediodía, ¿estamos volteados directamente hacia el sol?
Cuando ves el cielo, ¿piensas que es una capa delgada de aire entre nosotros y el vacío del espacio?
Cuando ves las estrellas, ¿ves cómo estamos girando para poder ver las estrellas que están más hacia el este?

Así pensamos, así hablamos: 500 años después de Copérnico, todavía no hemos integrado la visión heliocéntrica en nuestra vida diaria – y por buenos motivos. Para nuestros propósitos prácticos, es mucho más fácil hablar y pensar así, y no nos causa errores. Pero les quiero avisar que la historia que les voy a contar va mucho más en contra de nuestros hábitos de pensar, y requiere que pongan a trabajar muy duro a su imaginación y su comprensión; entonces, que no les sorprenda si algunos conceptos les parecen difíciles o incomprensibles a primera vista. ¡Tengan paciencia! Para comprimir esta historia en 20 minutos, tengo que hacer unas presuposiciones sobre conocimientos previos que probablemente no deba hacer; pero en la discusión que sigue, habrá la oportunidad de clarificar esas presuposiciones.

¿Dónde estamos?

Vivimos en el tercer planeta de la estrella que llamamos el sol. Éste es el único lugar donde sabemos que la vida existe. De todos los miles de billones de seres que han vivido en este planeta, sólo un puñado de humanos han escapado de su campo gravitacional para aventurar más allá de los confines del planeta, y un puñado aun más pequeño ha pisado otro mundo, por períodos muy breves, y dependiendo completamente de llevar las condiciones de la vida consigo. (La distancia a este mundo, nuestra luna, es como una parte en quinientos de la distancia al sol.) Demasiados se han muerto en el intento.

Nuestra estrella es una de aproximadamente 100 billones de estrellas, la mayoría de ellas del mismo tamaño o menos que la nuestra, que constituyen ‘nuestra’ galaxia, un espiral con diámetro de cómo 100,000 (10 5 ) años luz. Nosotros estamos a como 30,000 (3 x 10 4 ) años luz del centro. La galaxia grande más cercana es la de Andrómeda, a como 2 millones (2 x 10 6 ) de años luz de distancia. Eso es relativamente cerca (sólo 20 veces el diámetro de nuestra galaxia), y estas dos galaxias se están acercando, con el resultado que dentro de 4 o 5 billones de años chocarán, o al menos se pasarán muy cerca.

Estas dos galaxias son los miembros más grandes del Grupo Local de galaxias, que tiene como 20 miembros atados por su gravitación mutua. El Grupo Local a su vez es parte de la Agrupación de Virgo, mucha más grande, que contiene unos cientos de galaxias. Y así sigue: finalmente, estamos en un universo de lo cual la parte observable mide unos 14 billones (1.4 x 10 10 ) de años luz en radio. En principio no podemos ver más lejos que eso, pero el universo podría ser muchísimo más grande.

El universo se está expandiendo, aunque esta expansión se aprecia fácilmente sólo a escalas de cientos de millones de años luz, arriba de la escala donde los efectos gravitacionales ‘locales’ (intergalácticos) detienen la expansión y producen movimientos de las galaxias hacia sí mismas.

¿Cuándo estamos?

Así como el tamaño del universo (observable o entero) es más inmenso de lo que tenemos la capacidad de concebir, así su edad es difícil de comprender. La edad del universo se calcula a base del modelo del universo en expansión: las mediciones que se necesitan para determinar la edad (distancias a las galaxias más lejanas, y el ritmo de expansión) son difíciles de hacer con precisión, pero se ha sabido desde hace 30 años que tiene entre 10 y 20 billones de años, y las observaciones y cálculos más recientes lo ponen en alrededor de 13.7 billones de años, que encaja bastante bien con las edades calculadas de las más antiguas estrellas observables.

El sistema solar donde vivimos tiene como 4.5 billones de años de existencia, una tercera parte de la edad del universo. Los planetas, la tierra y los demás, empezaron a existir dentro de unos millones de años del nacimiento del sol de una nube de hidrógeno, helio y polvo interestelares.

Durante el primer billón de años de su existencia, la tierra se estaba enfriando, y tenía condiciones que nosotros, las formas de vida modernas, consideraríamos extremadamente hostiles: un nivel muy alto de actividad volcánica y sísmica, una atmósfera de metano y dióxido de carbono, y bombardeos frecuentes de cometas, asteroides y otro escombro dejado por el período de la formación de planetas.

Las rocas más antiguas que se han encontrado en la superficie de la tierra se han datado a más o menos 3.5 billones de años, y según las interpretaciones de algunas personas, hay evidencia de vida sencilla en ellas. Esta fecha muy antigua para la vida todavía se debate, pero hay evidencia no impugnada de vida en rocas datadas a hace 2.5 – 3 billones de años. Sea lo que sea el resultado del argumento sobre las fechas exactas, está claro que la vida surgió relativamente temprano en la tierra, y en condiciones que nosotros consideraríamos no propicias.

Si ponemos el inicio de la vida en hace 3 billones de años, entonces los humanos modernos, que aparecieron en el escenario hace como 50,000 años, han existido el 0.00167% del tiempo en que ha habido vida en la tierra (0.00111% de la edad de la tierra).

De la astrofísica, sabemos que el sol está alrededor del medio de su ciclo de vida, y brillará normalmente por otros 3 – 4 billones de años (aunque con variaciones en su producción de energía que nos podrían afectar más pronto), luego pasará como un billón de años en una fase de gigante rojo, y finalmente colapsará después de 5 billones de años en un enano blanco.

El inicio de la cosmología científica: Einstein

Empecemos con una solución a problemas muy exitosa, que arrojó nuevos problemas interesantísimos: hablo de la Teoría de Relatividad General de Einstein, que se publicó en 1915. (A propósito, el nombre ‘relatividad’ es un error: sería mejor nombrarla ‘invariancia’, porque lo que logró Einstein fue mostrar matemáticamente cómo las leyes físicas no varían de un marco de referencia a otro.) Esta teoría fue el resultado de 10 años de trabajo duro para aplicar a la gravitación los principios de la Invariancia (relatividad) Especial, que trataba del electromagnetismo.

En esta explicación (que incluye la de Newton como una buena aproximación, válida para nuestra área del universo, donde no hay masas muy grandes, ni velocidades muy altas), no hay una fuerza de gravitación: más bien, cada masa tiene un efecto en el espacio alrededor, haciendo que sea curvado – mientras más masa, más curvatura. Objetos cerca de esta masa siguen líneas ‘rectas’ por medio del espacio curvado, así como si viajamos de Guadalajara a Londres, no viajamos en una línea recta como la de una regla, sino en una línea curvada sobre la superficie de la tierra redonda. Como dice John Wheeler, ‘La materia le dice al espacio cómo curvarse, el espacio le dice a la materia cómo moverse.’

Un resultado interesante que surgió de la teoría de Einstein, cuando él y otros la aplicaron al universo entero, es que no hay una solución que da un universo estable – o contrae, o expande. En ese tiempo, se pensaba todavía que nuestra galaxia era todo el universo, y que era estable: entonces, Einstein añadió otro elemento a sus ecuaciones, que él llamó la constante cosmológica, para dar el resultado de un universo estable – un tipo de ‘antigravitación’, pero sin explicación o justificación teórica.

La expansión descubierta

Mientras, al otro lado del Atlántico, los gringos empiristas, anti-teóricos, inconscientes del trabajo de Einstein, estaban haciendo grandes avances en las observaciones del cosmos. Primero, se estableció que muchas dizque nebulosas de hecho eran otras galaxias; luego, uno de ellos, Edwin Hubble, encontró que la mayoría de estas galaxias mostraba un desplazamiento hacia el rojo en sus espectros, y descubrió que mientras mas lejana la galaxia, mayor era este desplazamiento.

Se había descubierto que el universo está en expansión: aparte de las galaxias del grupo local, que están atadas por su mutua atracción gravitacional, todas las galaxias se están retrocediendo de nosotros, y mientras más lejanas, con mayor velocidad. Cuando se había establecido que el universo sí estaba expandiéndose, Einstein denominó a su introducción de la constante cosmológica como ‘el error más garrafal de mi vida’. (Es una injusticia pensar en Einstein como un genio, o una autoridad, infalible: pasó mucho de su vida persiguiendo ideas erróneas, y sus grandes ideas que resultaron confiables son el resultado de todo este trabajo.)

Atrás hacia el Gran Bum

Ahora bien, si el universo está en expansión, podemos imaginar la historia en revés, y extrapolar hacia el pasado para llegar a un tiempo cuando todo el universo se concentraba en un volumen muy pequeño, hasta en un punto. Si toda la materia / energía del universo está concentrada en un volumen pequeño, o en un punto, nos enfrentamos con una situación muy lejana de nuestra experiencia cotidiana, y surgen muchas preguntas.

¿Cómo era el universo temprano?
¿Cómo se dio el universo que ahora vemos, con grandes estructuras y gran complejidad?
¿Va a seguir la expansión, o va a haber una contracción?
Y muchas más.

El Gran Bum caliente y los elementos

Ya en los ’40, quedaba claro que el universo temprano era muy caliente (estamos hablando de miles de millones de grados): afortunada o desafortunadamente, los físicos de los ’40 ya tenían mucha experiencia y conocimiento de los procesos nucleares que suceden a estas altas temperaturas (habían trabajado en la construcción de la bomba atómica, y algunos ya estaban trabajando en la bomba de fusión de hidrógeno, basándose en la teoría de la fusión dentro de las estrellas). Resultó que el universo temprano era un lugar, o situación, o momento, muy sencillo, y que los conocimientos de la física de partículas subatómicas se podían aplicar para dar una buena explicación de cómo se dio la formación de los elementos más sencillos, hidrógeno y helio, y cómo con la expansión del universo las condiciones poco a poco propiciaron la formación de las primeras estrellas, las primeras galaxias, y todo lo que ahora observamos.

Unos físicos, como George Gamow, se pusieron a calcular cómo todos los elementos que conocemos se formaron en esta primera gran explosión, pero resultó que no podía haber sido así – la expansión redujo la temperatura y la presión de tal manera que apenas hidrógeno y helio se produjeron en cantidad en este inicio. ¿De dónde vinieron, entonces, los demás elementos?

Otros físicos, por varios motivos, no aceptaron la idea de un inicio, y proponían que el universo estaba en un estado estable, o constante; pero necesitaban explicar los elementos. Su gran trabajo fue demostrar cómo los elementos más masivos que el He se producen en las estrellas por procesos de fusión nuclear, y la muerte dramática de grandes estrellas en supernovas. Aunque la teoría de la ‘Gran Bum’ (ésta es una mejor traducción de ‘Big Bang’ que ‘Gran explosión’) ganó en la competencia entre las ideas, realmente se salvó por medio de esta contribución de sus oponentes. Incidentalmente, uno de estos oponentes, Sir Fred Hoyle, fue el que acuñó la frase ‘Gran Bum’, despectivamente.

Antes del Gran Bum

Pero la teoría del ‘Gran Bum realmente no era una teoría del inicio del universo, sino de qué pasó después del inicio. Este logro no está mal: aquí y ahora, a 13.7 billones de años después del inicio, la teoría del Gran Bum podía dar una explicación del universo que remontaba hasta el primer segundo. Quedaban, y aun quedan, muchos detalles por completar, pero los principios fundamentales estaban establecidos: la teoría rival, del estado constante, fue efectivamente refutada cuando en 1964 se descubrió la radiación a longitud de microondas que se difunde por todo el universo, y que se explica como la energía que se liberó entre 300,000 y 400,000 años después del inicio, cuando la temperatura bajó a unos 3,000 K, se formaron átomos, y el universo se hizo transparente a la luz. En ese entonces, la luz estaba de alta energía, con longitud de onda muy corta (rayos gamma); con la expansión, esta luz ha sufrido una extensión de su longitud de onda mientras viaja por el espacio, de tal manera que ahora está de baja energía (equivalente a una temperatura de 2.7 K, aprox. - 270 C).

Quedaron varios problemas como resultado del éxito de la teoría del Gran Bum:

El problema del horizonte: la radiación de trasfondo de microondas tenía muy cerca de la misma temperatura en todas direcciones, lo que implica que había estado en equilibrio térmico muy temprano – pero las distancias entre estas partes del universo eran más grandes de las que hubiera podido atravesar la luz en el tiempo disponible. Como nada puede estar en contacto más rápidamente que la velocidad de la luz, ¿cómo se pudo llegar al equilibrio térmico?

El problema de homogeneidad. La radiación de trasfondo de microondas era muy pareja: si el universo temprano era tan parejo, ¿cómo se pudieron desarrollar las grandes diferencias en densidad y estructura que observamos – estrellas, galaxias, grupos de galaxias, etc.?

Geometría. Parece que el universo, a grandes escalas, es plano – es decir, hay un balance casi exacto entre la tendencia de las galaxias a dispersarse por la expansión, y su tendencia a atraerse y colapsar por la gravitación. Para que sea así, la proporción entre la velocidad de expansión y la densidad de materia (incluyendo energía) tiene que estar casi exactamente en un punto crítico. Esta proporción se llama omega, y se pone como 1 para un universo plano, que está exactamente en este punto crítico; pero si esa proporción no es exactamente 1, es inestable con la expansión, y rápidamente se desvía hacia valores muy bajos o muy altos, lo que implica que estaba muy cerca de su valor de 1 (dentro de una parte en 10 15 ) al inicio. Pero no hubo ninguna explicación de por qué omega fuera exactamente 1.

La inflación

Una propuesta para resolver estos problemas surgió en 1981: la idea de que en una época muy temprana – a 10 –35 segundos – el universo pasó por una breve fase de expansión exponencial, que se llama ‘inflación’, y luego volvió a una expansión linear. Cuando Alan Guth, quien ideó esta teoría, la propuso, al inicio no se tomó muy en serio: un colega le dijo, ‘¡Y lo asombroso es que nos pagan por hacer esto!’ Pero pronto la comunidad de cosmólogos se dio cuenta de su valor. Los efectos de esta inflación son varios:

Resuelve el problema del horizonte: antes de la inflación, todo el universo tiene el tamaño de un átomo o menos, y hay tiempo para que llegue al equilibrio térmico; luego la inflación lleva a grandes distancias las partes del universo que ya estaban en equilibrio, y por eso el trasfondo es tan parejo.

En esta época tan temprana, los efectos probabilistas cuánticos tenían gran influencia, y las fluctuaciones al azar habrían producido áreas de mayor y de menor densidad: así, las grandes estructuras que ahora observamos son resultado de la magnificación, por la expansión, de variaciones cuánticas muy cerca del inicio.

Si se da una inflación exponencial, cualquier parte del universo se ve plana, de la misma manera de que si tomamos un globo, obviamente curvado, y lo inflamos al tamaño de la tierra, su superficie parecerá plana.

Una implicación de la inflación es que el universo observable es una pequeña parte del universo entero: el límite de observación es la distancia que la luz puede haber viajado en el tiempo que el universo ha existido, más o menos 13.7 billones de años luz, multiplicado por un factor de aprox. 3 por la expansión, es decir, como 44 billones de años luz. Pero, ¿qué hay más allá de este horizonte? Según cálculos de Andrei Linde, dentro de una variación de la teoría inflacionaria, el tamaño del universo entero es algo como

10 12
10

es decir, 1 seguido por mil billones de ceros (en la unidad de longitud que te guste, no importa). Otra manera de expresar el mismo punto es, si el universo observable es plano, pero hay algo de curvatura, nuestra parte del universo entero tiene que ser muy pequeña para que parezca plana (así como una cancha de futbol parece plana, por ser una pequeñísima fracción de la superficie de la tierra).

Debo mencionar que hay otras propuestas para explicar uno o más de los problemas que la inflación resuelve: por ejemplo, una implicación de la teoría de gravitación cuántica de lazos (‘loop quantum gravity’) es que la velocidad de fotones de alta energía sería más alta que la velocidad de la luz que aceptamos como el límite natural a base de la teoría de relatividad especial; dado que las temperaturas en el universo temprano eran muy altas, todos los fotones tendrían una energía muy alta, y así podrían viajar más rápido y lograr el equilibrio térmico. Se está buscando evidencia de este efecto, y si se confirmara, la teoría de inflación tendría al menos una competidora.

Materia oscura

Nos hemos acercado mucho al inicio, pero antes de acercarnos más, hay que tomar una pausa para preguntar, ¿dónde está la materia suficiente para dar una atracción gravitacional que hiciera plano al universo? Toda la masa que se puede observar en todas las galaxias suma a mucho menos de lo que se necesita para hacer el universo plano; y los cálculos de la formación de los primeros elementos (y esto realmente es física normal, basada en los conocimientos de la física nuclear) indican que la cantidad de materia, como la entendemos, no puede haber sido mucho más de lo que se observa, porque una mayor cantidad hubiera afectado la producción, en especial, de deuterio, en los primeros momentos.

Hay otros motivos por creer que existe una forma de materia que ejerce una fuerza gravitacional, pero no se puede ver (es decir, no interactúa con el electromagnetismo ni la fuerza nuclear fuerte, al menos): en los ’30, Fritz Zwicky notó que las estrellas en las afueras de las galaxias orbitaban a una velocidad mucha más alta de la que les permitiría quedarse en la galaxia si hubiera la gravitación de nada más las estrellas visibles; notó el mismo efecto en grupos de galaxias: galaxias estaban orbitando el centro de masa del grupo a velocidades que debían hacer que se salieran del grupo. Más recientemente, estos cálculos se han refinado, de tal manera que se estima que una galaxia tiene 10 veces la masa que se ve.

Nadie sabe bien qué es esta materia oscura; se esperaba que se podría explicar como materia normal (es decir, hecha de átomos como nosotros) en estrellas enanos cafés, planetas interestelares, y tal vez hoyos negros. Pero ya mencioné que la teoría (bien establecida) de reacciones nucleares en el inicio pone límites a la cantidad de materia normal que puede haber. Otra posibilidad son las partículas llamadas neutrinos, que se produjeron en grandes cantidades en el Gran Bum, y que en experimentos recientes parecen tener una masa pequeña; pero dado que estos neutrinos estaban muy veloces al inicio (es decir, calientes), hay problemas con la teoría de formación de galaxias, que requiere que la materia esté fría para permitir el colapso del gas inicial. La otra posibilidad es que esta materia sea algún tipo de partícula desconocida: no respondería a la fuerza electromagnética, ni a la fuerza nuclear; tal vez a la fuerza débil; y sí a la fuerza gravitacional. Algunas teorías que intentan unificar las fuerzas en una sola descripción postulan la existencia de una gran variedad de partículas todavía no vistas en experimentos, y algunas de éstas podrían ser la materia oscura. Pero hay al menos dos problemas: uno es encontrar un mecanismo para la producción de grandes cantidades de estas partículas (10 veces la cantidad de partículas normales) en el Gran Bum; y otro es, encontrar una explicación de por qué estas partículas no se han juntado y colapsado para formar hoyos negros – si no responden a la fuerza electromagnética ni la fuerza nuclear, no hay los mecanismos para detener el colapso que hay en estrellas hechas de materia normal. De todas maneras, hay buena evidencia para la materia oscura, a menos que queramos aceptar modificaciones profundas a la teoría de gravitación.

Así que, parece que la materia de que somos hechos (y todas las estrellas y planetas en todas las galaxias) forma algo como 10% de la masa en el universo – y la totalidad de esta masa, incluyendo la materia oscura, forma algo como 30% de la masa necesaria para hacer el universo plano. Vemos sus efectos, para no sabemos qué es.

Energía oscura

A finales de los ’90, se hizo un descubrimiento bastante sorprendente: dos equipos de astrónomos estaban usando supernovas (Tipo 1 a) muy distantes para medir la desaceleración de la expansión, y encontraron resultados extraños. En lugar de una desaceleración, como se esperaba, parecía que la expansión se está acelerando. Entonces, parece que ‘el error más garrafal’ de Einstein vuelve a tener validez: algo muy parecido a la constante cosmológica está impulsando la expansión.

Una explicación de lo que podría funcionar físicamente como una constante cosmológica viene del trato quantum-mecánico del vacío. Ya hacía varias décadas en la teoría cuántica el vacío se había tratado no como una nada, sino como un campo lleno de energía y partículas virtuales. Esta energía del vacío tendría propiedades extrañas, entre ellas, que ejercería una presión negativa. Ahora, Einstein había calculado que la presión en un cuerpo contribuye a su campo gravitacional, así como la energía (no en forma de masa) también tiene efectos gravitacionales. Ahora, si la energía del vacío produce una presión negativa, su efecto gravitacional es negativa, es decir es anti-gravitacional, y produce una repulsión. Además, toda la energía del vacío contribuye a la densidad de masa en el universo y su gravitación, y se calcula que esta contribución forma como 70% de la densidad que se requiere para hacer el universo plano. Hay varios problemas con esta explicación también, el principal siendo que, según los cálculos en la teoría cuántica del vacío, la densidad de energía en el vacío debe ser unos 10 120 veces mayor de lo que es.

Universo plano

Parece que el universo sí es plano, hasta el límite de las observaciones posibles; y ahora tenemos una explicación de cómo esto es posible. 70% de la densidad requerida está en la energía del vacío; 30% está en materia de un tipo u otro; y dentro de este 30% está la materia ‘normal’, la conocida por nosotros, que forma como 3% de la densidad del universo entero. Con Copérnico empezamos a darnos cuenta de que no estamos en el centro del universo, el punto más importante. ¡Vaya que hemos llegado muy lejos de esa idea! Pero hay más.

Nada puede surgir de la nada

El universo contiene cantidades masivas de energía, en varias formas. Una muy buena pregunta es, ¿de dónde salió toda esa energía? La energía es conservada, ¿verdad? Una muy buena respuesta es la siguiente, primero propuesta por Edward Tryon en los ’70: toda esa energía viene de la nada. En un seminario Tryon salió con un comentario que no se tomó en serio en ese momento entre sus colegas: ‘Tal vez el universo fue una fluctuación cuántica.’ Se refería al concepto cuántico del vacío que mencioné antes: hay energía en el vacío, y esa energía puede resultar en la apariencia de partículas virtuales; mientras más energía se requieren las partículas, en general más corta es su vida. Pero Tryon se dio cuenta de un hecho que no se había apreciado: mientras toda la masa y toda la energía del universo es muy grande, la energía de la gravitación es negativa, y estas dos cantidades se pueden cancelar para dar el resultado de cero energía.

Así que, tenemos que tener mucho cuidado con el concepto de ‘la nada’: el vacío cuántico no es una mera nada; y se puede llegar a una ‘nada’ entendible por varios caminos, por ejemplo sumando 9 y –9, o sumando 2 y –2, etc. Como dice Alan Guth, el universo es la más extrema ‘comida gratis’.

Los números importantes

Nuestro universo se puede caracterizar con unos 6 números, como lo explica Martin Rees en ‘Sólo seis números’: la proporción entre la fuerza de la gravitación y la electromagnética; la proporción de energía que se libera en reacciones nucleares (que depende de la fuerza de la interacción fuerte nuclear); la proporción entre la densidad de masa / energía y la velocidad de la expansión; la constante cosmológica; la taza de irregularidad en el universo; y, el número de dimensiones. De estos números, he mencionado los primeros 5 de una manera u otra. Resulta que cada uno de estos números tiene que ser muy bien afinado para que se dé un universo como el nuestro, donde hay estructura compleja, átomos interesantes, y tiempo y otras condiciones para el desarrollo de planetas y la vida.

Por ejemplo, si la gravitación fuera unas 100 veces más fuerte (de hecho, en comparación con la fuerza electromagnética, es extremadamente débil, y sólo ejerce su influencia porque es siempre atractiva), no habría estrellas con una vida larga, ni las condiciones en los planetas para que se desarrolle la vida.

Si la constante cosmológica hubiera seguido en su valor de la época de inflación por mucho más tiempo, o en un valor un poco más alto de lo que parece tener (que es muy pequeño), la expansión más rápida hubiera impedido la formación de estrellas y galaxias, y no estaríamos aquí para hacernos estas preguntas.

Si el universo tuviera 4 dimensiones, la gravitación se reduciría según el cubo de la distancia, y no habría órbitas estables de planetas, ni estrellas como las que vemos.

Y así para cada uno de los otros números.

Antes del inicio

Convencionalmente, se dice que el tiempo empezó con el universo y que no tiene sentido hablar de ‘antes’ de este inicio; pero, así como el pesimismo de los ’30 y ’40 ante la posibilidad de entender el Gran Bum desvaneció con los avances de los pioneros como George Gamow, creo que es una pregunta válida ‘¿Qué hubo antes?’

También, los valores de los 6 números que he mencionado parecen ser muy bien afinados para producir un universo que permite cosas interesantes como estrellas, árboles y humanos, y se requiere una explicación de este hecho.

Una respuesta a los valores afinados es, ‘Pues, ¡qué suerte!’ y dejarlo así. Tengo algo de simpatía con este estoicismo cosmológico, pero la suerte realmente es grande: se puede calcular que la probabilidad de que un universo con estas propiedades exista es algo como 1 en 10 220 (este cálculo, de Lee Smolin en ‘Tres caminos a la gravitación cuántica’, se trata de la probabilidad de que las constantes conspiraran para que haya carbón y su química).

Otra respuesta es, cuando se trata de infinidades, cualquier cosa improbable puede suceder: se propone que nuestro universo no es el único (hay un problema de lenguaje aquí, porque ‘universo’ significa ‘todo lo que hay’), sino uno de una serie infinita que surgen de un espacio primordial - el multiverso. Estos universos tendrán toda la gama de valores posibles para los varios números: muchos no serán lugares donde hay química, o estrellas y galaxias, muchos se colapsarán pronto, otros tendrán otras características; pero entre esta serie infinita, habrá algunos que sí tienen las condiciones adecuadas para estrellas y galaxias, y vida, y el nuestro está dentro de este grupo. Esta respuesta me parece bastante razonable, y deja abierta la posibilidad en un futuro de ofrecer una explicación más detallada de cómo se establecieron los valores de las constantes en nuestro universo. Y, claro está, no es de sorprenderse que nosotros existamos en un universo donde las condiciones sean propicias para la vida – simplemente no existiríamos si el universo no fuera así.

Hay investigaciones ahora para ver si esta prehistoria del universo puede haber dejado evidencias en el universo temprano que se podrían detectar examinando el trasfondo de microondas, o cuando podamos observar las ondas gravitatorias producidas por el inicio. Pero, aún si no se puede, tenemos buenas razones teóricas por aceptar la idea.

Somos tan pequeños en este universo (o multiverso) tan vasto

Hemos tenido un vistazo de cómo es nuestro universo: las vistas enormes de tiempo y espacio, los procesos violentos del inicio, y que todavía suceden en hoyos negros y otros fenómenos extremos, la improbabilidad de nuestra existencia, pueden tener un efecto depresivo en un ser humano, porque parece cuestionar el significado de nuestras vidas. Pero realmente no es así: lo que hace esta visión del cosmos es cuestionar algunas de nuestras creencias – y sí nos causará problemas, si nos identificamos con esas creencias, en lugar de dejarlas morir en nuestro lugar.

Les quiero ofrecer dos motivos por reconocer que sí somos importantes (hay más):
Podría ser, que en todo este vasto universo, este planeta es el único que ha desarrollado la vida, y la vida inteligente que somos nosotros. En este caso, lo que hay en la tierra es de infinito valor, y no estoy hablando de los seres humanos, sino de todas las formas de vida que existen aquí. El efecto saludable de la visión cosmológica es que nos quita a los seres humanos nuestro concepto inflado de nuestra importancia, derivado de cosmovisiones anticuadas, y nos pone firmemente en el contexto de toda la biosfera de que somos parte. Si esta disminución en nuestro auto-concepto nos brinda algo de humildad y compasión ante los demás seres que comparten este planeta, y los tratamos con el respeto que merecen, aportará beneficios incontables. Y si entramos en contacto con otros seres inteligentes, podría ser como dice David Brin (después de su novela ‘The Uplift War’): ‘Hay otro motivo por proteger a otras especies, una que casi nunca se menciona. Tal vez sí seamos los primeros en hablar y pensar y construir y aspirar, pero puede que no seamos los últimos. Otros podrán seguirnos en esta aventura. Algún día podría ser que seamos juzgados por cuán bien servimos, cuando solos velábamos por la tierra.’

El segundo motivo sí se trata de los seres humanos: es realmente impactante que podamos comprender el universo como lo hacemos. Esta comprensión ahora se extiende desde nuestro ámbito natural, de escala de un metro, hacia lo pequeño unos 10 35 veces, hasta el quantum de longitud, y hacia lo grande unos 10 27 veces, el radio del universo observable; y la seguimos extendiendo. Hay algo muy raro y especial en esta capacidad de comprensión. Parece que el universo ha producido unos seres, al menos, que son capaces de reflejar su propia grandeza y complejidad, y como somos parte del universo, no observadores externos, igual podemos decir que con nosotros el universo se ha hecho reflexivo.

Hay mucho que hacer, y no el menos importante es resolver nuestros problemas de sobrevivencia y convivencia en este planeta: tenemos la capacidad de entender el primer momento, hace casi 14 billones de años – seguramente, si nos aplicamos, podemos resolver nuestros problemas locales.

Invitación Café Scientifique Diciembre

Café Scientifique
Guadalajara
Sitio para pensar y platicar la ciencia

Café Scientifique Guadalajara, asociación de divulgación científica que organiza foros para pensar y platicar la ciencia tiene el honor de invitarle a participar en la plática-foro que dará Peter Hannan con el tema:

Cosmología moderna
¿Por qué los científicos deben tener toda la diversión, si nosotros también podemos?
en la Casa Iteso-Clavigero este martes 7 de diciembre del 2004 a las 19:00 h.
La cosmología moderna: en que descubrimos que el universo no es grande, sino MUY grande; que no es el universo, sino un universo; y que toda la materia que podemos ver es un pequeño porcentaje de lo que hay; y a pesar de eso, sí somos importantes.
Mis únicas justificaciones por atreverme a dar esta charla son: ¿Por qué deben los científicos tener toda la diversión, si nosotros también podemos?
Peter Hannan
Para saber más acerca de Café Scientifique, eventos futuros y la metodología de las charlas:
http://cafecientifico.blogspot.com
www.cafescientifique.com

Sobre cosmología moderna:
http://www.geocities.com/pgostrov/ext1.html
http://www.geocities.com/alvarogrande_2000/index.html
http://www.spitzer.caltech.edu/espanol/
http://universe.gsfc.nasa.gov/science/bigbang.html
http://map.gsfc.nasa.gov/m_uni.html
http://hubblesite.org/
http://www.spitzer.caltech.edu/index.shtml
http://chandra.harvard.edu/

Casa ITESO Clavigero:
José Guadalupe Zuno # 2083(entre Av. Chapultepec y Marsella)Col. Americana, C.P. 44160Guadalajara, Jalisco, MéxicoTeléfonos52 (33) 31 34 29 60 52 (33) 31 34 29 6152 (33) 36 15 22 42
Omar Rojas, Alfonso Islas
http://cafecientifico.blogspot.com


Promoción Cultural, ITESO
http://cultura.iteso.mx/cafe/index.html